¿Cómo valora la situación sanitaria actual en los países más pobres del mundo? ¿Y en el ámbito de la salud ocular?
Los datos son aún aterradoras, especialmente porque la mayoría de los casos de ceguera y discapacidad visual que existen se pueden prevenir, y serían evitables. África, sobre todo la mitad este del continente, y Asia, están sufriendo un agravio considerable que se arrastra desde hace tiempo, debido especialmente a que los problemas de malnutrición aún no están resueltos. No hace falta decir que en la población infantil, el mal es aún mayor, comprometiendo la inmunidad y el desarrollo saludable de millones de niños y niñas. Esta alarma mundial se suma a la falta de cobertura sanitaria efectiva para millones de personas, unos problemas que en el mundo occidental parece que hemos superado y donde quizás hemos entrado en cierta amnesia o inhibición de todo lo que queda por hacer. Hay que potenciar la visión global e integral de los aspectos de la salud humana, vinculándolos al de justo desarrollo de las naciones, el equilibrio de los recursos y la garantía de acceso a las necesidades básicas para toda la población. Se han dado pasos, pero no suficientes.
2/3 partes de las personas ciegas en el mundo son mujeres y niñas. ¿Qué se debe hacer para paliar esta situación?
Afortunadamente, desde hace unos años hay un seguimiento cuidadoso de los problemas que supone la discapacidad visual en el mundo, y en especial en los países más afectados, que son los que se encuentran en desarrollo. Sin duda, hay que priorizar intervenciones, y hacer valer las herramientas importantes de que disponemos, como es el ambicioso plan de Acción de la Organización Mundial de la Salud, que con el hito del 2019 ha dinamizado muchas actuaciones. Se está monitoreando todo lo que pasa en cuanto a salud ocular, se ofrece apoyo técnico a los diferentes Estados, se hace evaluación de políticas, etc. Debemos tener un planteamiento optimista, porque hay rasgos positivos, como que la gran movilización en salud pública de las últimas décadas ha hecho posible que retrocedan enormemente las patologías oculares atribuibles a enfermedad infecciosa.
¿La población barcelonesa está realmente concienciada sobre la situación de la ceguera evitable en el mundo? ¿Qué más hay que hacer?
De entrada, el Ayuntamiento de Barcelona lo quiere hacer bien patente, como patrón fundacional de su entidad, Ojos del Mundo. Con la carga de compromiso que ello supone, sabiendo que la Administración puede hacer de altavoz y facilitador de proyectos. Queremos estar al lado de las asociaciones y de las personas movilizadas para ayudar. Siempre habrá una mano más para impulsar nuevos proyectos y hacer sostenibles los actuales. Y siempre serán bienvenidas las aportaciones de fondos y las donaciones y legados de particulares y empresas, sin duda.
¿Cómo profesional del ámbito de la salud, cree que este es un sector solidario?
Estoy convencida de que el sector de la salud es muy solidario porque lo forman profesionales con un gran componente vocacional, que en su trabajo habitual están acostumbrados a situar a la persona en el centro de sus actuaciones, con muchos elementos de compromiso ético y humanístico.
¿Qué se está haciendo desde el Ayuntamiento de Barcelona para mejorar los sistemas sanitarios de los países más pobres?
Sabemos que el camino para alcanzar una meta como ésta pasa por nuestras entidades. Ellas tienen la experiencia y el conocimiento de lo que es justo según cada circunstancia, en función de cada contexto y área geográfica. Recordemos que en Barcelona tenemos organizaciones de muy larga trayectoria en este campo. Y recordemos también la importancia que han tenido las órdenes religiosas para contribuir a esta solidaridad entre pueblos. Siempre estaremos al lado de las entidades y asociaciones. Tienen la puerta permanentemente abierta a la Delegación de Salud de nuestro Ayuntamiento.
Hay que decir que desde el municipio disponemos de recursos para la cooperación internacional, y que a menudo son los propios empleados municipales los que dan ejemplo y ejecutan campañas y programas de cooperación con países en desarrollo. Muchas veces no es necesario que sean intervenciones estrictamente de salud, ya que levantar infraestructuras, facilitar comunicaciones, etc. pueden ser palancas para que los sanitarios y educadores de salud puedan llevar a cabo su trabajo y acabar teniendo éxito en sus iniciativas.
Después de este tiempo en el Patronato, ¿cómo valora el trabajo de la Fundación?
A lo largo de estos años que he formado parte del Patronato he podido comprobar en primera persona la tarea tan valiosa que haga desde Ojos del Mundo. Con su trabajo ha contribuido a mejorar la salud ocular y a recuperar la visión a muchas personas sin recursos y sabemos que prevenir la ceguera y recuperar la vista es recuperar la vida.
¿Qué es lo que más le atrae de la labor de Ojos del mundo y que destacaría?
La profesionalidad y acierto de sus iniciativas, y el cuidado a la hora de proyectarlas y escoger el objetivo de las intervenciones. El hecho de que nos ha acercado a dos continentes como son África y América latina, tanto plurales y ricos, y con tantas necesidades pero tanto talento humano latente. Y en tercer lugar, la preocupación por formar a los profesionales de cada zona, así como acompañarlo con la tecnología necesaria, que debe hacer posible solucionar muchos problemas de salud que en el mundo desarrollado nos pueden llegar a parecer menores, pero que sin los equipos necesarios se convierten en focos de enfermedad y discapacidad para la gente.
¿Quiere dar algún mensaje a los voluntarios, donantes y colaboradores de Ojos del mundo que leen esta entrevista?
Sí, en todos ellos. Empezando por el voluntariado, que no sólo entrega su tiempo y esfuerzo, sino que en todas las convocatorias e iniciativas pone un nivel de excelencia enorme. Conviene que lo digamos: Ojos del Mundo es una muestra del trabajo bien hecho el el trabajo solidario entre iguales. A los donantes, que sean perseverantes, que no detengan el círculo positivo y virtuoso que es capaz de materializar iniciativas a nivel global, con repercusión internacional, sea cual sea el destino de los esfuerzos cooperativos. Su gesto hace ciudadanía, así lo tenemos que reconocer, y ser capaces de darles más de lo que esperan: en transparencia, en dar valor social a su decisión de colaborar, etc. A los colaboradores, que estoy convencida de que han encontrado el trabajo de su vida, porque muestran una gran motivación para esforzarse cada vez más, sabiendo que su empuje está contribuyendo a hacer un mundo mejor.