Isaki Lacuesta, reconocido director de cine español que ha trabajado el documental, la ficción y las videoinstalaciones, con películas aclamadas por la crítica como La leyenda del tiempo, Los pasos dobles, La próxima piel o Entre dos aguas, colaboró de manera desinteresada con la Fundación con el rodaje de los testimoniales para la campaña ‘500.000+500.000‘.
Dos Conchas de Oro del Festival de Cine de San Sebastián, el Premio Especial de los Feroz, el premio a la Mejor Película en el Festival de Mar del Plata, siete premios Gaudí, incluidos Mejor Película y Mejor Director, y tus primeras nominaciones a los Goya en las categorías de Mejor Película y Director… ¿los premios te hacen feliz?
Por suerte la felicidad no depende de los premios, aunque son muy de agradecer porque ayudan a que las películas tengan mayor visibilidad. Siempre es bonito que alguien te diga que vas por buen camino, que le gusta tu trabajo.
¿Sientes más responsabilidad de cara a afrontar tu nuevo proyecto? ¿Puedes adelantarnos qué proyecto o proyectos tienes ahora entre manos?
Me temo que el sentimiento de responsabilidad depende más del grado de autoexigencia que de factores externos. Ahora estoy trabajando en varios proyectos, y los que parecen que están más avanzados (aunque en este trabajo nunca se sabe) son una película de ficción para rodar entre Francia y España, y otra historia muy especial de la que aún no puedo contar nada.
Con más de 15 años como director de películas y documentales, ¿habías colaborado alguna vez en proyectos solidarios?
Sí, algunas veces. Y en el caso de Ojos del mundo sí he podido comprobar que tiene efectos benéficos inmediatos y extremadamente útiles para las personas atendidas.
¿Cómo y cuándo conociste a Ojos del mundo? ¿Has estado en alguno de los países donde tenemos los proyectos de cooperación (Malí, Bolivia, Sáhara o Mozambique)?
En 2009, en Mali. Estábamos rodando una película en el País Dogón, Los pasos dobles, y a través de Miquel Barceló conocimos al equipo de Ojos del mundo que trabajaba en la zona. Su labor era extraordinaria, parecía milagroso. En concreto, recuerdo que me impactó muchísimo un cirujano que operaba a diario a docenas de personas, personas que vivían como inválidos y que recuperaban completamente la vista de un día para otro. Uno de nuestros compañeros del equipo técnico, el realizador Nacho Martín, se escapó unos días de nuestro rodaje para ir a grabar el trabajo de los médicos de Ojos del mundo y volvió profundamente admirado.
¿Conocías la problemática que sufre la población más necesitada de estos países en cuanto a la salud ocular?
No, no era consciente de la enorme cantidad de personas con problemas graves de salud ocular que hay en Mali, donde las dificultades económicas, la climatología adversa y la falta de infraestructuras médicas se suman en una especie de tormenta perfecta. Unas cataratas, que aquí son un problema relativamente sencillo de resolver, allí pueden acabar con tu vida. De hecho, conocimos a muchísimas personas con problemas de visión. Por eso es tan importante una labor como la de Ojos del mundo, que además de llevar asistencia médica a lugares donde no la hay, también trabaja en la formación de médicos locales.
¿Cómo valoras tu implicación en la iniciativa “testimoniales” de la Fundación?
Como un aprendizaje. ¡Hay tantas cosas que ocurren al lado nuestro y que no podemos ver hasta que alguien nos lo señala! A veces no entiendes estos problemas hasta que alguien cercano te cuenta su historia.
¿Con qué tres palabras definirías la Fundación?
Esperanza, agradecimiento, salud.