Maria Mercè ha viajado esta primavera a Malí para participar en la segunda comisión medicoquirúrgica del proyecto de la Fundación en el país africano, que ha tenido lugar en el Hospital de Referencia de Bankass equipado con una unidad quirúrgica completa por Ojos del mundo. Médico de profesión, es una voluntaria muy implicada con las personas que padecen deficiencias visuales en los territorios más pobres del mundo, lo que le ha llevado a viajar en diferentes ocasiones a los campamentos saharauis junto a su pareja, el oftalmólogo y supervisor médico del programa Ojos del
Sáhara hasta el año 2009, Josep Maria Rafart, que también ha viajado a tierras malienses.
¿Cómo ha ido la última experiencia solidaria con Ojos del mundo?
La verdad es que muy bien. Durante los días que estuvimos en Malí trabajamos mucho y devolvimos la visión a muchas personas. Yo, de estos viajes, siempre regreso cansada, por las condiciones difíciles de trabajo, el calor y las dificultades en el idioma, pero satisfecha con el trabajo hecho y con la gratitud que recibimos de los pacientes a quienes abrimos los ojos.
¿Qué valoración haces de la comisión médica en Malí?
La valoración es excelente. El clima entre los participantes del grupo fue muy bueno; pienso que es básico que los participantes se entiendan para que todo funcione bien. Nuestro grupo funcionó muy bien como unidad, e hicimos mucho y muy buen trabajo entre todos. La unidad oftalmológica que hay montada en Bankass está muy bien, teniendo en cuenta la situación del hospital: el espacio físico donde está ubicado es correcto, el mobiliario de la consulta y el quirófano es aceptable y el material de oftalmología también es correcto.
¿Cuál era el trabajo llevado a cabo por los profesionales locales durante la comisión?
¿Encontrasteis una buena predisposición por su parte?
El trabajo de los profesionales locales es de colaboración y aprendizaje. La predisposición que tuvieron fue muy buena. De entrada, están a la expectativa de ver como funcionamos nosotros, pero después de ver como trabajamos y de hablar con el oftalmólogo que encabezaba la comisión, desaparecieron los miedos y todos hicieron su trabajo. Yo, que estuve siempre en consulta, me entendí muy bien tanto con los técnicos de oftalmología como con el personal de ayuda en la organización de la consulta, ya que colaboraron en todo lo que podían y con muchas ganas de aprender.
Descríbenos Malí y su gente con pocas palabras.
Malí es un país muy grande y no lo puedo describir, sólo puedo hablar de Bankass y del país Dogon. Bankass es un pequeño pueblo situado en el sur de Malí. Las infraestructuras son mínimas y el hospital está formado por diferentes pabellones, con poco material y mucha suciedad. El País Dogon lo conforman poblados que viven encima o debajo de la “falaise de Bandiagara”, tienen una estampa muy pintoresca y las casas están hechas de barro o de piedra y troncos. Su economía es de subsistencia y la sociedad se basa en la familia, con las tradiciones y creencias formando parte
importante de su vida diaria. Respetan todas las religiones y pueden convivir sin demasiados problemas. En general, la población me pareció contenta y trabajadora.
Malí ha estado últimamente en el primer plano de la opinión pública, aunque las autoridades afirman que la región de Mopti es una zona segura. ¿Lo vivisteis así?
Yo no observé ninguna situación de riesgo a nuestro alrededor. La zona de Mopti me pareció segura y tanto en Mopti como en el País Dogon hay turistas que se pasean con total tranquilidad. No tuve sensación de peligro durante nuestra estancia en Malí.
¿Qué diferencia has encontrado con respecto a otros programas?
He encontrado mucha diferencia en la forma de ser de la gente. Yo he estado en el Sáhara y los saharauis están más occidentalizados, más acostumbrados a tratar con españoles. En lo que se refiere al trabajo, en todos los sitios hay muchas cosas por hacer y si tienes suerte de encontrar un buen equipo (yo lo he encontrado siempre) se trabaja mucho y al final de la jornada estás cansado y satisfecho. En cuanto a la finalidad del programa, no encuentro ninguna diferencia. En todos los territorios intentamos solucionar los problemas oftalmológicos y enseñar, colaborar y formar el personal local.
A nivel personal, ¿qué te aporta ser voluntaria de una entidad como Ojos del mundo?
Ser voluntaria y cooperante siempre te aporta conocimiento y sabiduría. En primer lugar, tienes la oportunidad de conocer gente nueva, del grupo que te toque ir y del país donde vas a trabajar. Conocer gente diferente siempre aporta nuevas visiones y formas de ver y vivir la vida. Además me gusta conocer una nueva realidad social, una manera diferente de vivir, una religión, unos valores, unas tradiciones, unas costumbres diferentes y, sobretodo, unas necesidades diferentes. Eso me aporta el conocimiento de dar importancia a las cosas que tienen y de relativizar muchas cosas y situaciones que no lo son.