Hernán E. Gras realizó en junio su primer viaje a tierras bolivianas como supervisor médico del programa Ojos de Bolivia, cargo que ocupa desde principios de año. Lo hizo integrando una comisión que tenía como objetivo detectar las capacidades del personal sanitario local que la Fundación está formando desde que empezó el proyecto el año 2003. Profesional del Hospital Pediátrico Humberto Notti y del Hospital Central de Mendoza, es el representante de la Fundación en el núcleo territorial de Argentina y mantiene una estrecha vinculación con la entidad, que le ha llevado a integrar expediciones a Mozambique y Malí, aparte de Bolivia.
¿Qué valoración haces de la comisión de junio en El Alto?
Fue un viaje muy importante para mí ya que era el primero como supervisor médico. Como ocupante de este rol, resultó interesante para familiarizarme con las necesidades de los médicos que actualmente trabajan en El Alto a cargo de las consultas montadas y financiadas por Ojos del mundo.
¿Cómo han avanzado los conocimientos de los profesionales bolivianos desde el inicio del proyecto?
Muchísimo, ya que desde que la Fundación está en la zona se han capacitado diferentes oftalmólogos, otros profesionales han viajado a Barcelona con carácter formativo y se han realizado aportaciones importantes a través de las videoconferencias. Este sistema es una herramienta interactiva y muy interesante ya que, como en una clase en vivo, los alumnos pueden plantear sus dudas a tiempo real.
¿Cuáles son los puntos fuertes de su trabajo y qué les falta por aprender?
La verdad es que están bastante comprometidos con la Fundación y valoran la formación recibida. En lo que se refiere a los puntos a mejorar, hablaría de temas más técnicos y probablemente haría referencia a la cirugía de cataratas por facoemulsificación.
¿En qué punto se encuentra en este momento el proyecto Ojos de Bolivia?
En mi opinión, se encuentra en una fase muy avanzada, se ha trabajado mucho y de forma ordenada, aunque es muy ambicioso. Hemos formado oftalmólogos desde sus inicios que ya trabajan en cinco consultas que no existían. En un futuro inmediato nos interesaría conseguir que El Alto tenga sus cinco consultas y sus dos quirófanos operativos al 100% con médicos oftalmólogos nativos.
¿Qué diferencias encuentras entre este programa y los otros dos que has podido conocer?
Trabajar en Bolivia es muy diferente de hacerlo en África, donde la logística es muy complicada. Desarrollar actividades en El Alto, que está a 30 minutos de La Paz, que por más pobre que sea es una capital, es más simple que estar a centenares de kilómetros del aeropuerto más próximo como pasa en África.
¿Cómo se explica la implicación de los profesionales argentinos con los proyectos de Ojos del mundo?
En Argentina la oftalmología está muy desarrollada y ser solidarios con nuestra gente nos hace sentir bien con nosotros mismos y con el entorno. Al principio convocaba colegas amigos para estas misiones pero hoy en día me llaman de todo el país para colaborar.
¿Qué te aporta ser voluntario de la Fundación?
Me hace poner los pies en el suelo y ver el mundo de forma global, valorar lo que tengo en cuanto a recursos y oportunidades. Me recuerda que el saber lo tenemos en préstamo y es nuestra obligación el transmitirlo.