Iniciaste tus colaboraciones con Ojos del mundo en 2003. ¿Cómo conociste la Fundación? ¿Qué te empujó a participar en las comisiones?
Conocí a Ojos del mundo a través del doctor Carlos Moser. El llevaba tiempo colaborando con la Fundación y me animó a participar en una expedición que estaba preparando. Dije que sí sin saber muy bien qué iba a hacer allí, me apetecía vivir esa experiencia.
Has viajado en diversas ocasiones a Mozambique donde Ojos del mundo lleva a cabo su labor solidaria. ¿Qué te mueve a implicarte tanto?
Siempre lo digo cuando me hacen esta pregunta, o te gusta o no te gusta; yo me he enamorado de África gracias a esta experiencia, saber que puedes ayudar a la gente, que aportas algo de ti, te hace sentir muy bien.
¿Qué es lo que más te ha impresionado en todo este tiempo?
Cuando llegué a Inhambane la primera vez todo me impactaba, la gente, como llegaba ésta al hospital, las historias que había detrás de cada caso, el personal local que nos ayudaba, la reacción de muchos pacientes cuando retiramos el apósito ocular el día siguiente de la intervención, el propio hospital, la ciudad, en definitiva todo. Aún hoy hay cosas que a pesar de haberlas visto muchas veces me impresionan.
¿Cómo ha ido la última experiencia solidaria con Ojos del mundo como miembro de la comisión que se ha desplazado a Inhambane?
Cada experiencia es única y diferente. En esta ocasión el objetivo principal era la formación del personal local, quizá por ello todos pensamos que sería una comisión más tranquila pero al final hemos ido a tope como siempre.
¿Qué valoración haces de la comisión?
Un 10; hemos trabajado en equipo los cinco participantes de la comisión, eso es importante para el buen funcionamiento del grupo. Quería hacer una mención especial a mi compañera la enfermera Miriam Martín, que de manera totalmente voluntaria y altruista nos ha acompañado, sin ella yo no hubiese podido con todo.
¿Cuál era el trabajo llevado a cabo por los profesionales locales durante la comisión? Encontrasteis una buena predisposición por su parte?
Los profesionales locales me han sorprendido gratamente, quizás el año que más ganas le han puesto, especialmente la instrumentista Katerine que ha manifestado todo el tiempo, predisposición e interés por aprender. Personalmente es con lo que me quedo, ojala lo que hemos intentado enseñar lo sigan poniendo en práctica cuando no estamos. Hemos hecho hincapié especialmente en el cuidado, manipulación, limpieza y esterilización del instrumental porque es el punto más débil que hemos observado
Descríbenos Mozambique y su gente con pocas palabras
Mozambique es color: el verde de su vegetación, el naranja de la tierra y el azul del mar. Mozambique es su gente: alegre, simpática y agradecida.
¿Qué diferencia has encontrado respecto a la primera vez que viajaste con Ojos del mundo en Mozambique?
Cada año he visto un avance en muchos aspectos, creo que el país ha mejorado económicamente. Lo que me gustaría destacar es la evolución positiva del funcionamiento del quirófano de oftalmología dentro de las posibilidades que ellos tienen y que gracias a Ulls del Món ya hay un oftalmólogo mozambiqueño allí ubicado, bajo mi punto de vista es de lo que se trata, dar una formación para que ellos puedan valerse por sí mismos.
¿Qué dirías que aporta en el ámbito profesional el trabajo que realizas en la Fundación?
Desde el punto de vista profesional es una experiencia que aquí no podría llevar a cabo, he aprendido a valorar los recursos que tenemos. He aprendido a convivir 24 horas con profesionales que a pesar de estar trabajando duras jornadas mantienen el ánimo haciendo posible que todos nos llevemos bien.
Y en el apartado personal, ¿qué dirías que has aprendido gracias a Ojos del mundo?
A apreciar en su justa medida lo material, podemos vivir con menos y podemos ser felices con poco.
No querría dejar de mencionar a personas importantes que me acompañado durante toda esta aventura, especialmente a mis colegas y amigas Laura Díaz, Esther Vilalta y Miriam Martín.