Licenciado en Medicina en Brasil hace más de cuarenta años (1981), Ricardo Casaroli sostiene un largo historial de estudios superiores que le han llevado a convertirse en médico especialista en oftalmología del Hospital Clínico de Barcelona, labor que combina con la docencia en la Universidad de Barcelona (UB). En marzo de este 2022, el rector de la UB, Joan Guàrdia, le nombró delegado del rectorado para la investigación biosanitaria.
Por otro lado, el vínculo entre Ricardo Casaroli y la Fundación Ojos del mundo existe prácticamente desde su creación en 2001, cumpliendo las funciones de secretario del Comité Médico desde 2006 y de supervisor médico del proyecto Ojos de Mozambique entre el 2011 y el 2017. Fiel, solidario y entusiasta con la Fundación, Ricardo ha viajado sobre el terreno para conocer de manera directa los proyectos de Ojos del mundo. Además, también ha participado en comisiones formativas y en colaboraciones locales desde Barcelona, dando a conocer los resultados de los proyectos. En esta entrevista nos habla de su larga relación con Ojos del mundo, entre otras cuestiones.
¿Cuándo y cómo conociste a la Fundación? ¿Qué fue lo que te llamó la atención de la cooperación oftalmológica para el desarrollo?
En 2004 ya tenía muy buenas referencias de la Fundación y de sus proyectos en el Sáhara y en Mozambique, a través de un amigo especialista que ya colaboraba con las comisiones quirúrgicas. En diciembre de 2005 realizamos juntos una comisión quirúrgica-formativa en el Hospital General de Maputo. La experiencia vital y profesional me impactó muy positivamente y desde entonces comparto la filosofía de trabajo –“Enseñamos a pescar en vez de dar el pescado”– y la visión de la cooperación de Ojos del mundo.
¿Qué impresión tienes de la situación de salud ocular en los territorios donde actúa la Fundación?
Creo que hemos actuado de una forma muy transversal en nuestros proyectos –abordando la ceguera evitable, dando formación, potenciando la contraparte, involucrando a los actores locales y apostando por la prevención– y en los territorios donde mantenemos nuestra presencia. Esta filosofía de trabajo, que siempre hemos intentado mantener, es ahora imitada por otras fundaciones y organizaciones más jóvenes en España. Defiendo esta forma de visualizar la cooperación y creo que hemos avanzado bastante, pero, como siempre, queda mucho por hacer por la equidad de la salud ocular en nuestros territorios de actuación.
Colaboras con Ojos del mundo desde hace más de quince años, ¿de cuál de tus aportaciones estás más orgulloso? ¿Qué factores siguen motivándote para seguir implicado?
Creo que nuestro trabajo también se caracteriza por ser un gran trabajo en equipo y multidisciplinario, y lo que hemos logrado ha sido en equipo. Es interesante mencionar que cuando nadie sabía o imaginaba el potencial comunicativo y formativo de las videoconferencias –ahora tan utilizadas y generalizadas durante y después de la pandemia– ya organizábamos videoconferencias de formación, entre 2007 y 2011, con el Instituto Nacional Oftalmológico de La Paz (Bolivia) y posteriormente con Bamako (Mali). Teníamos a los mejores especialistas de aquí impartiendo, en tiempo real, conocimientos para los colegas oftalmólogos de Bolivia y Mali; un avance impactante y que requería una alta tecnología en esa época. Hemos sido muy innovadores en la formación en línea. En este aspecto, las personas de Ojos del mundo con las que he trabajado y trabajo, las ideas y la filosofía de enfoque de la cooperación siempre me motivaron y me siguen motivando.
¿Qué funciones esenciales ejecuta el Comité Médico y con qué dificultades principales os encontráis?
Básicamente entiendo el Comité Médico como un núcleo de discusión de ideas y estrategias de actuación, de resolución de problemas y actualización de aspectos más innovadores de la salud ocular y sus posibles aplicaciones. La relación del Comité con los equipos locales (los que tienen más a mano la realidad de la salud ocular en los territorios de actuación) es igualmente importante y compete al Comité potenciarla.
Las dificultades más habituales son establecer el nivel de actuación, la estrategia y el direccionamiento de la actuación, atendiendo a la realidad cultural, sanitaria y geopolítica –estas últimas muy cambiantes– de cada territorio. La falta de implicación de las contrapartes –los agentes sanitarios locales– son también situaciones que, desafortunadamente, no son posibles de solucionar en una actuación como la que pretendemos.
¿Qué opinas de la evolución y el trabajo que ha efectuado Ojos del mundo desde sus inicios?
Como ya se ha comentado, hemos avanzado mucho y los números y estadísticas son impactantes. Una visión más holística y transversal, con la participación de las contrapartes, y la equidad de la salud ocular (oportunidades para todos y todas) en el contexto de la ceguera evitable han sido apuestas de la Fundación Ojos del mundo, que se han demostrado acertadas durante todos estos años. Claro está, con más o menos dificultades. No obstante, nuestro nivel de exigencia y la calidad de nuestras actuaciones también los considero altos y hay que seguir trabajando en todos estos aspectos.
Ahora que Ojos del mundo está trabajando un nuevo Plan Estratégico, ¿cuál es tu visión sobre el futuro de la Fundación en los próximos años?
Como toda iniciativa, veo muy positiva la preocupación de una reflexión con relación al futuro de la Fundación y poder establecer un Plan Estratégico que responda a la realidad del momento socioeconómico y cultural que vivimos. Los resultados de esta reflexión me están pareciendo, de forma general, muy interesantes. Potenciar la igualdad de género y el acceso de las comunidades más vulnerables a la salud ocular, el equilibrio de las actuaciones, trabajar en dirección a una mayor sostenibilidad dentro de los objetivos de desarrollo sostenible son medidas que deben estar en el concepto de la cooperación internacional.
Buscar la colaboración específica con otras entidades, instituciones y fundaciones para actuaciones conjuntas y compartir experiencias adquiridas también son medidas que pueden mejorar y potenciar la calidad de nuestras actuaciones. Todo ello, por supuesto, es una visión muy particular y de ámbito general de las actuaciones.
En un mundo tan interconectado como el que vivimos, ¿qué clase de colaboraciones estratégicas crees que debería construir Ojos del mundo? ¿Y qué rol debería tener la Fundación en ellas?
De una forma resumida, creo que podríamos potenciar bastante las nuevas tecnologías de la comunicación e informáticas para impulsar iniciativas dirigidas a la formación del personal sanitario, diagnóstico clínico a distancia y telemedicina, simulación y realidad virtual en la formación quirúrgica y la resolución de problemas comunitarios en el ámbito de la salud ocular, nutrición e higiene comunitarias. Existen grandes plataformas e iniciativas en el contexto académico (universidades e institutos de investigación, etc.) y otras privadas (grupos especializados, hospitales y otras fundaciones) que actúan y apuestan por estas tecnologías que son coste-beneficio. Necesitamos buscar buenos partners en este ámbito y, además, adquirir la experiencia para poder innovar y aplicar en nuestras actuaciones.
¿Con qué tres palabras definirías a Ojos del mundo?
Solidaridad, competencia y equidad.