La OMS estima que cuatro millones y medio de personas son ciegas a causa del glaucoma, que se convierte así en la segunda causa de ceguera en el mundo. Este término hace referencia a diferentes afecciones caracterizadas por las alteraciones de drenaje del fluido del ojo, con el consiguiente aumento de la presión intraocular y daño al nervio óptico con pérdida del campo visual periférico.

El glaucoma es asintomático en las primeras etapas, lo que lo hace difícil de diagnosticar, y por tanto la mayoría de pacientes no son conscientes de que lo padecen hasta que ya se ha producido un gran deterioro en la visión.

Aunque no se conocen con precisión los motivos que llevan a sufrir esta patología, los factores de riesgo incluyen la presión intraocular, los antecedentes familiares o la etnia, la miopía o la diabetes. También tiene que ver con la edad, ya que, aunque afecta a personas de todas las edades, a los mayores de 60 años lo hace en una proporción mucho mayor.

Hay diferentes tipos de glaucoma, en función de los cuales el tratamiento será uno u otro. Esta enfermedad no se puede curar, y la visión perdida es irreversible, pero se puede prevenir que llegue a ceguera con medicación o cirugía.

Actualmente, la detección de casos de glaucoma es generalmente oportunista y los procesos de detección varían mucho de un país a otro. Se hace esencial, por tanto, aumentar la concienciación pública sobre el glaucoma y las consecuencias de un diagnóstico tardío o un tratamiento inadecuado. En los países desarrollados no llega a diagnosticarse aproximadamente el 50% de todos los casos de glaucoma, cifra que llega al 90% en los países en vías de desarrollo.

 

Conoce la historia de Sara

Sara Páez

Sara Páez, cuando tenía veinte años y una hija recién nacida, padecía dolor de cabeza y dolor en un ojo. Un agresivo glaucoma le provocó ceguera en solo tres meses. Un año más tarde perdió visión del otro ojo de una manera tan alarmante que Sara decidió viajar desde Tucumán, donde trabajaba de agricultora y donde le habían diagnosticado conjuntivitis, hasta Buenos Aires.

No obstante, después de la operación quedo invidente para siempre.

La familia se trasladó a Tarija (Bolivia) cuando se enteró que existía un centro de rehabilitación. Su marido encontró trabajo de albañil y Sara estudia fisioterapia y según sus profesores es la número uno de la clase. No es por casualidad. Se levanta cada día a las cuatro de la madrugada para memorizar las notas que ha tomado en Braille y a partir de las siete se dedica a todas las tareas del hogar.

-La ventaja es que no tengo que abrir la luz –Bromea.

Sara sabía leer y escribir pero tuvo que aprender la metodología de los invidentes para estudiar con su nueva condición. Gracias a las enseñanzas del profesor de Braille del Instituto, toma apuntes a una gran velocidad.