El 22 de marzo, coincidiendo con el Día Mundial del Agua, Ojos del mundo inicia una campaña en sus redes sociales para difundir mensajes de concienciación durante todo el año sobre la incidencia del cambio climático en la salud ocular y la necesidad de tomar medidas para reducir sus efectos dañinos.
El impacto del cambio climático en la salud ocular es indiscutible y se evidencia comprobando cómo aumenta la aparición de afecciones oculares:
- Las altas temperaturas y la escasez de precipitaciones conllevan un incremento de las enfermedades infecciosas como el tracoma o la oncocercosis.
- El aumento de los rayos UV y la pérdida de la capa de ozono a consecuencia del calentamiento global aceleran la aparición de cataratas y lesiones oculares en la conjuntiva, la córnea, la retina…
- La contaminación atmosférica causada por el aumento del tráfico implica un aumento de casos graves de glaucoma, DMAE y alergias.
- La inseguridad alimentaria causada por inundaciones y sequías que afectan a las cosechas promueve un incremento en el déficit de vitamina A.
- Los fenómenos meteorológicos extremos conllevan más traumatismos oculares, principalmente en personas con discapacidades.
Además, frente a catástrofes como huracanes o ciclones, desaparece la atención ocular por el cierre o destrucción tanto de instalaciones médicas como de cadenas de suministros de medicamentos, material quirúrgico, gafas, etc.
Otro hecho a destacar es la correlación entre el cambio climático y la desigualdad en salud ocular. Por un lado, la inmensa mayoría de personas ciegas y con deficiencias visuales viven en zonas remotas y con pocos recursos, y el cambio climático afecta de forma desproporcionada a estas comunidades vulnerables, siendo siempre las mujeres y niñas las más perjudicadas. Además, para cubrir una emergencia, siempre se desplazan equipos médicos internacionales pero rara vez incluyen especialistas en oftalmología, por lo que muchas lesiones oculares no se tratan adecuadamente y pueden convertirse en crónicas o provocar discapacidades.
El sector sanitario no puede quedar al margen ya que, como cualquier otro, es partícipe del aumento de este desastre climático, siendo responsable del 4,4% de las emisiones mundiales. Las actividades oftalmológicas también puede tener un impacto significativo en las emisiones de carbono si, por ejemplo, no se gestiona adecuadamente la eliminación de residuos sanitarios no tratados en vertederos, pudiendo provocar la contaminación del agua.
Por todo ello, Ojos del mundo se suma a las medidas sostenibles promovidas por la IAPB en el sector de la salud ocular para reducir el impacto medioambiental como son, entre otras, la reducción del uso de combustibles fósiles, la conservación del agua, la gestión segura de los residuos y la garantía de prácticas clínicas sostenibles.