Una gran parte de la población más vulnerable de Bolivia vive en zonas rurales alejadas donde, debido a la falta de recursos económicos y a la situación geográfica, a menudo no llega la información ni las ayudas necesarias. El desconocimiento y la incomunicación provocan que muchas de esas personas que sufren ceguera por culpa de unas cataratas nunca se hayan planteado que su patología puede ser reversible y vivan resignados en una oscuridad que sería innecesaria.
A menudo se trata de personas de avanzada edad que provienen de familias de campo muy pobres. No saben por qué pierden la visión y tampoco que podrían recuperarla. Andrés y Margarita son dos de esos casos.
No sabía por qué no veía, menos aún que podía volver a ver
Andrés Serrano empezó a perder la vista sin saber el motivo. Tenía 78 años y vivía solo en Chuquisaca, hasta que una de sus hijas se lo llevó a vivir con ella a una zona rural aislada de Tarija. Allí pasó dos años ciego, caminando en la oscuridad con la ayuda de un bastón y sufriendo por tener que depender de su nieto para moverse. Todo cambió cuando su hija averiguó que un equipo de Ojos del mundo iba a visitar la zona.
En la consulta supo por primera vez que la causa de su ceguera eran las cataratas en los dos ojos. Y también supo que la Fundación podía operarle. Ni él ni su hija se lo creían. Tras la intervención, Andrés volvió a ver, ya puede andar sin bastón y cuidar de sí mismo, y lo que le hace más feliz: su nieto puede dedicarse a sus estudios por completo porque ya no tiene que preocuparse por él.
¡Cómo iba a dejarla ciega una enfermedad!
Margarita Narvaez tenía 78 años, vivía en el campo con su marido, uno de sus hijos y tres nietos. Había ido perdiendo la vista, tuvo que dejar de realizar cualquier labor de manera autónoma, y llevaba más de un año ciega y dependiendo de la ayuda de sus nietos. Cuando finalmente la visitó un especialista, ni ella ni su marido podían creer que una enfermedad la hubiera dejado ciega.
Ella fue una de las beneficiarias de las últimas campañas de cirugías de Ojos del mundo. Al retirarle las vendas y ver nuevamente, Margarita no podía dar crédito. “¡Ahora todas las cosas son buenas! ¡Salgan más al campo a buscar a más enfermos!”.
Ojos del mundo realiza amplias acciones de difusión en Bolivia para llegar a los colectivos más desfavorecidos y distantes, que de este modo reciben información y atención ocular para recuperar la vista y una nueva vida.
El proyecto Ojos de Bolivia cuenta con el apoyo financiero de la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo) y CBM.