Jerónimo Angelo tiene 8 años, es mozambiqueño y estudia en la escuela primaria de Matingane (Massinga, Inhambane).
A su corta edad, a Jerónimo ya le ha tocado vivir situaciones difíciles. Nació mudo y desde muy pequeño está al cuidado de sus tíos porque sus padres tuvieron que emigrar en busca de una mejora de la crítica situación económica familiar.
Además, el azul tan claro de sus ojos no es simplemente un color. Jerónimo sufre una anomalía bastante común en Mozambique: el albinismo. Una enfermedad hereditaria cuya causa es una mutación genética que reduce o elimina la producción de melanina, un pigmento oscuro que se encuentra en algunas células y que produce la coloración de la piel, el pelo y los ojos. En Mozambique se estima que hay unas 20.000 personas afectadas. Por esta razón, los equipos de Ojos de Mozambique destinan un día en exclusiva a atender estos casos y a realizar visitas de control.
Fue durante la última campaña de revisión de errores refractivos en las escuelas cuando se detectó el albinismo ocular de Jerónimo. Este tipo de albinismo afecta principalmente a los ojos, mientras que no se manifiesta ni en la piel ni el cabello. Y, aunque de momento esta anomalía no afecta a su agudeza visual, la Fundación le entregó unas gafas de sol para proteger sus ojos. También deberá acudir cada 6 meses al hospital para revisar su vista y evitar futuros problemas oculares.
Jerónimo es un niño muy inteligente y se siente afortunado por poder asistir a la escuela. Tendrá que llevar las gafas de sol puestas la mayor parte del día, pero no le supone ningún problema porque sabe que es por su bien: le evitarán dañar sus ojos y le ayudarán seguir estudiando y preparándose para el futuro. Y es que, a pesar de la deficiencia del habla y del albinismo visual, Jerónimo ya ha empezado a escribir. Eso le permitirá comunicarse con mayor facilidad, por eso se siente inmensamente feliz.