En Bolivia, uno de los colectivos más vulnerables es el de las personas con discapacidad. Muchas de ellas, además, sufren más de una discapacidad, pero no por ello obtienen más ayudas. Y a menudo deben superar muchas barreras para recibir atención ocular, como por ejemplo la movilidad hasta los centros de atención, la falta de información sobre las patologías y las curas, o los costes de los tratamientos y servicios.

José Rossell con sus gafas

Por eso Ojos del mundo agradece el apoyo de entidades como el Banco Nacional de Bolivia, cuya colaboración se destina principalmente a la dotación de lentes graduadas para personas con discapacidad. Es el caso del pequeño José o de las gafas especiales que necesitaba Mario.

José Rossel tiene 11 años y nació con discapacidad múltiple. Asiste a una escuela de educación especial en Tarija, donde está aprendiendo a leer y escribir, pero su baja visión limita aún más su aprendizaje. Su madre gastó todos sus recursos en cubrir los gastos médicos y no podía asumir el coste de unas gafas. Hasta que la dirigente de la urbanización de discapacitados Los Ángeles le comunicó que un equipo de Ojos del mundo iba a llegar al barrio para ofrecer atención ocular. Ella llevó a José, le revisaron la vista, le practicaron una medición oftalmológica y le proporcionaron unos lentes refractivos gratuitos. Unas gafas que a José le han abierto todo un mundo.

Mario Erquisia con sus gafas especiales

Mario Erquisia consiguió sus segundas gafas 48 años después de perder las primeras. Cuando tenía 13 años le detectaron miopía y le hicieron unas gafas, pero las perdió y, debido a su situación económica, nunca más pudo tener otras. Ahora Mario tiene 61 años, su esposa tiene discapacidad, y él se lamenta de no poder ayudarla como querría porque ha perdido mucha visión. Pero acudió a una consulta oftalmológica móvil organizada por Ojos del mundo junto al Ministerio de Salud en la asociación del Deporte Integrado, con revisiones dirigidas a las personas discapacitadas y a las personas que las cuidan. Le dijeron que la graduación que necesitaba era muy alta porque su vista estaba muy deteriorada, y la Fundación le entregó unos lentes especiales nuevos, sin coste, con los que por fin vuelve a ver. “Ahora puedo trabajar y cuidar mejor a mi esposa y a mi familia”.