Benigna Martínez trabajaba en el campo cultivando la papa, la arveja y el maíz.
Con 6 hijos y muchas dificultades para mantenerlos, se trasladó al municipio boliviano de Uriondo, en el valle de la Concepción, donde siguió trabajando las tierras para después vender las verduras en la ciudad de Tarija.
Sus hijos crecieron y migraron a otras ciudades para poder estudiar, por lo que Beninga se encontró, a los 60 años, sola y planteándose de nuevo un giro en su vida. Decidió trasladarse a la comunidad de Yesera Centro, en el área rural del municipio de Cercado, y allí empezó a darse cuenta de que cada vez veía menos.
Dejó pasar el tiempo, pero hace cuatro años notó que su visión había empeorado: todo lo veía nublado y al salir a la calle no reconocía a las personas o las veía muy pequeñas. Según sus propias palabras: ‘Mi ojo empezó a nublarse con un humito que no desaparecía. Hasta me daba miedo enhebrar el hilo de la aguja’. Su deficiencia visual llegó a tal extremo que no podía firmar documentos, por lo que acababa utilizando su huella dactilar y sus amigos tenían que ayudarla en sus quehaceres domésticos.
Todo cambió el año pasado, cuando una vecina de Yesera le explicó que la Fundación Ojos del mundo tenía prevista una comisión de cirugía de cataratas y que los especialistas llegarían al Hospital San Juan de Dios de Tarija para poder visitar y tratar a personas con problemas oculares y pocos recursos económicos.
Benigna, ya con 81 años, llamó a sus nietos para que la acompañaran a la consulta de oftalmología del hospital, donde le diagnosticaron cataratas. El 19 de noviembre de 2018 llegó preparada para someterse a la cirugía, acompañada de su hija y algunos vecinos. Estaba asustada, pero el personal de Ojos del mundo la tranquilizó explicándole claramente en qué consistía la cirugía.
Al terminar la operación Benigna se sentía relajada y muy feliz: ‘¡No me dolió nada!’. A partir de la mañana siguiente su visión mejoró pudiendo retomar con normalidad todas sus actividades cotidianas.
Uno de los principales objetivos de la Fundación es poder revertir estos casos de ceguera por cataratas. Por eso insistimos tanto en visitar las comunidades rurales para dar charlas de sensibilización y que las personas que sufren esta ceguera sepan que con una simple intervención podrán recuperar su vista y su autonomía y cambiar su vida.