Detrás de cada intervención, hay una historia. Detrás de cada venda que se retira, hay una persona que recupera la visión y la esperanza. En las últimas campañas de cirugías realizadas en Mali a finales del 2020, Ojos del mundo pudo recoger el testimonio de algunas de esas personas que abrieron de nuevo sus ojos y llenaron de luz su vida.
La comisión quirúrgica realizada en el distrito de Youwarou estuvo formada principalmente por oftalmólogos del Hospital Sominé Dolo de Mopti. Esta comisión pudo operar a 85 mujeres y 91 hombres, con un total de 206 cataratas intervenidas ya que a varias personas hubo que operarles los dos ojos.
Gran parte de los pacientes habían sabido que la Fundación organizaba esta campaña de cirugías a través de la radio. Como Ba Binta, una mujer de 45 años que ya no podía trabajar confeccionando alfombras porque no veía; oyó en la radio que Ojos del mundo realizaba una campaña, se operó, y pudo volver a ver y a tejer. O como Diaby Dado, de 56 años, que llevaba dos años ciega y, gracias a que su hijo oyó el mensaje radiofónico, se operó con éxito las cataratas de los dos ojos y así volvió a ver lo que más quería: a sus nietos.
También Taore Drissa, un joven de 27 años, se benefició de esta campaña. Hacía cinco años que veía cada vez peor, hasta que dejó de distinguir a las personas a más de un metro. El médico de su pueblo le informó de la comisión de cirugías de Ojos del mundo y su hermano le acompañó: “Me operaron muy rápido los dos ojos y sin dolor. Lo puedo ver todo muy bien. Podré ayudar a mis hermanos en los campos de arroz y mi boda llegará pronto. Ahora soy más útil y ya no molesto a los niños para que me traigan nada. Estoy muy feliz. No tengo palabras”.
La otra campaña de cirugías que Ojos del mundo organizó en Douentza, en colaboración con la ONG Al Farouk, también fue liderada por un equipo local. Se operó de cataratas a 192 pacientes, 123 mujeres y 69 hombres, interviniendo un total de 256 ojos. Incluyendo el caso de un niño de 10 meses con PL (Percepción Luminosa).
En esta comisión se operó Ajidjata Amadou Barry, una mujer ciega de 65 años que durante los tres últimos estuvo dependiendo de sus nietos para poder moverse. Cuando supo que la Fundación iba a realizar intervenciones, su hija la llevó al hospital para operarse y ahora vuelve a ver. Ella ya no trabaja, pero es independiente para hacer sus tareas y recados y, sobre todo, es tan feliz que puede volver a “hacer reír a la gente contando mis historias”.