Esto es lo que dijo la protagonista de nuestra historia al quitarle el protector ocular tras operarla de cataratas. Sólo son dos palabras, pero dos palabras que dicen mucho.
Felipa Romero es una mujer del barrio de San Jerónimo de Tarija (Bolivia). Durante muchos años estuvo haciendo de panadera. Hace un tiempo su vista empezó a deteriorarse hasta que perdió por completo la visión del ojo izquierdo. Con la pérdida de visión, su trabajo en el horno se hizo cada vez más difícil obligándola a dejar de cocinar las rosquetas, que eran el sostén de su familia.
Felipa pensaba que la pérdida de visión era cosa de la edad. Además, no quería ir al médico por miedo.
Un día, estando con Ubaldina, su amiga y compañera de profesión que ya había sido operada por Ojos del mundo, oyó por la radio que había una nueva campaña de cirugías gratuitas en Tarija. Así que se presentó en el Hospital San Juan de Dios y allí le programaron una cirugía de cataratas para el día siguiente.
La operación fue muy bien. Al despertar, sus primeras palabras fueron: «¡Veo clarito! ¡Veo clarito! Doctor, gracias, muchas gracias. Muchas empanaditas voy a hacer en mi horno, sin tropezarme con las latas. Con el miedo que tenía a operarme, gracias a Dios por su ayuda».
Felipa Romero es una de las personas con nombre y apellido que han vuelto a ver y a vivir gracias a la labor del equipo de la Fundación en Bolivia.
Seguiremos luchando para llenar de luz tantas historias como sea necesario para decir adiós a la oscuridad.