Pedro Burgos nació en la comunidad boliviana de Santa Ana de Belén, departamento de Tarija, hace 78 años. En esta zona rural aislada se dedicaba a la agricultura, principalmente al cultivo de la cebolla, zanahoria y ajo, productos que vendía en el mercado para poder mantener a su mujer y sus cinco hijos.
Hace unos años empezó a notar pérdida en la visión, pero al no tener los recursos necesarios para acudir a la consulta del oftalmológo lo dejó pasar y acabó empeorando, tropezaba contínuamente y más de una vez cayó por las escaleras de su casa. Pedro lo contaba así: ‘Caminaba al cálculo. Me sentía impotente y furioso por no poder hacer nada’. Sus nietos, a quienes ya no podía ver la cara, estuvieron cuidándole durante estos años difíciles. Todos pensaban que su ceguera era irreversible.
Pero todo cambió a finales del pasado año. El personal de salud de Belén comunicó a la población que había programada la llegada de un oftalmólogo de Ojos del mundo al hospital de El Puente, que visitaría a las personas sin recursos económicos. Así que sus nietos lo acompañaron para que le revisaran la visión. Ese día descubrió que tenía cataratas en los dos ojos y que podría volver a ver si pasaba por quirófano.
El 20 de noviembre por la mañana, llegó al hospital San Juan de Dios acompañado de su hija Yolanda y sus nietas Nelly y Daniela. Estaban todos muy ilusionados pero nerviosos; no podían creer que Pedro volvería a ver después de tantos años.
La cirugía fue un éxito. Al día siguiente, una vez retirado el parche del ojo, se abrazó al médico y exclamó: ‘¡Me siento bien, ahora ya sé quién es usted!’. Siguió abrazando a todo el personal que se encontraba en la sala y le dijo a su nieta que por fin podía bajar solo las escaleras. ‘¡Ahora todas las cosas son buenas! Voy a poder ver cosas bonitas. ¡Que Dios les Bendiga!’
Casos como el de Pedro, que vivía aislado y con una carga de sufrimiento por sus limitaciones hasta recuperar la visión y su autonomía, nos motivan para seguir acercando la salud ocular a los rincones más remotos, donde la población más vulnerable sufre innecesariamente problemas de ceguera evitable.