Según la Agencia Internacional por la Prevención de la Ceguera (IAPB), las mujeres representan el 55% de las personas ciegas del mundo. En la mayoría de los casos estas mujeres podrían recuperar la visión con simples intervenciones quirúrgicas, pero el 89% se encuentran en los países más pobres, donde a la ya precaria situación de la salud ocular se añaden dificultades específicas que afectan, especialmente, a las mujeres.
El derecho a la visión de la mujer se ve especialmente vulnerado en los países más necesitados: las mujeres y las niñas presentan un mayor riesgo de desarrollar enfermedades oculares y no recibir el tratamiento necesario por las desigualdades de género que se dan. De media, en los países más empobrecidos, los hombres acceden el doble de veces que las mujeres a los servicios de salud ocular: si en estos países las mujeres fueran operadas en la misma proporción que lo son los hombres, los casos de ceguera por cataratas se reducirían un 12,5% en todo el mundo.
Esta situación se produce por las dificultades añadidas que tienen las mujeres en el derecho a la visión en estos países:
- Dificultad para cubrir el coste del tratamiento: Las mujeres suelen tener menos apoyo financiero familiar para cubrir el coste del tratamiento y/o cirugía, puesto que se considera más importante que se opere a un hombre que a una mujer.
- Dificultad para desplazarse hasta el centro de salud: Las mujeres suelen tener menos posibilidades para desplazarse al centro de salud, especialmente las mujeres mayores, que presentan más problemas de movilidad y requieren ayuda de las familias.
- Dificultad para informarse: La menor tasa de alfabetización entre las mujeres hace que tengan menos medios para informarse sobre las posibilidades de prevención y tratamiento de afectaciones oculares.
- Dificultad para entender la visión como un derecho: En muchos de estos países las cataratas se entienden como una consecuencia inevitable del envejecimiento. En la mayoría de los casos podrían recuperar la visión con una simple operación. Al tener mayor esperanza de vida, esto afecta especialmente a las mujeres.
- Dificultad para afrontar un resultado insatisfactorio: Si la intervención no consigue un buen resultado quirúrgico, es más probable que las mujeres se queden funcionalmente ciegas, puesto que en muchas sociedades se disuade a las mujeres de que lleven gafas.
En conclusión: gran parte de las mujeres del mundo sufren mayores dificultades que los hombres a la hora de tener garantizado su derecho a la visión por el simple hecho de ser mujeres.
Estas dificultades demuestran la necesidad de tener una estrategia que aborde con perspectiva de género las actuaciones en estos países. Por este motivo, en Ojos del mundo hemos desarrollado una estrategia de género y formamos parte del grupo de trabajo de igualdad de género de la IAPB, que trabaja para corregir las dificultades que afrontan las mujeres en el ejercicio de su derecho a la visión.
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